La creación y el uso de la tecnología en casi todos los ámbitos del mundo de hoy implica un cambio trascendente en las nuevas oportunidades de empleo que se están abriendo con novedosos enfoques del conocimiento y de los sistemas educativos. Sin embargo, la baja tendencia del género femenino a seguir carreras en estos campos limita a las mujeres el acceso a la mayoría de las oportunidades emergentes.
Algunos análisis estadísticos referidos por Montserrat Bustelos y Giorgina Raygadas en febrero del 2019, desde una web española del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), publicaron una prospectiva sobre el rol que jugarán las mujeres en rutas proyectadas hacia el año 2050. Entre otros aspectos, impresiona saber que solamente alrededor del 1% de las mujeres empleadas en América Latina trabajan profesionalmente en el sector de la industria creada alrededor de la tecnología de la información, evidenciado casi del dominio exclusivo del sexo opuesto. Entrando a la era de la denominada cuarta revolución industrial tal situación debe cambiarse.
Un novedoso enfoque en términos de enseñanza que propone el sistema educativo interdisciplinario para generar aplicabilidad práctica de los conocimientos en ciencias y matemáticas, entramados en la ingeniería y la tecnología de última generación, se conoce con el acrónimo de STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics). Así que, puede que la convergencia de tecnologías digitales, físicas y biológicas tienda a cambiar radicalmente nuestro mundo tal como lo conocemos. Pero entonces, cómo sería la distribución de los roles futuros, vista la participación femenina en estos campos de estudio y de trabajo.
Debería ser una señal de alarma que se registre del 60% de las graduadas universitarias femeninas en América Latina solamente 3 de cada 10 (30%) en carreras relacionadas con la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas. Por otra parte, proporciones de tendencia similar son globales en los campos del conocimiento enfocado a las matemáticas y relativo a carreras profesionales como Robótica, Electrónica o la Ingeniería Química, para las cuales solo alrededor del 28% de los profesionales que llegan a titularse son mujeres. Esta posición implica que sería difícil a largo plazo romper la perpetuidad de una extensa brecha salarial que se evidencia en la fuerza de trabajo potencial y activa entre hombres y mujeres.
El caso es que las mujeres latinoamericanas pueden estar ganando salarios inferiores, alrededor de 40% menos en promedio que sus pares masculinos y en condiciones similares. Nuestras mujeres solo participan alrededor de un 33% en los empleos mejor pagados. Por lo que es lógico que el cierre de la brecha salarial de género implicaría beneficios, no solo para las mujeres y sus familias, sino también para las economías de los países donde se generen esos aportes al PIB. No es una simple presunción afirmar que si las mujeres ganasen lo mismo que los hombres, la riqueza global aumentaría estrepitosamente, sentando precedentes de impulso tanto en las economías locales como en la economía regional.
Cerrar las brechas de género en los campos de STEM debería fomentar la equidad en el mercado laboral con propuestas de innovación valiéndose de herramientas de las ciencias del comportamiento en disciplinas como la economía, la psicología y la antropología social, como medios para promover la igualdad de género. Con objetivos similares, existen iniciativas de programas motivacionales de intervención para alentar estudiantes femeninas en escuelas secundarias, con alto rendimiento en materias científico-matemáticas, a elegir carreras STEM, que son patrocinadas por instituciones como el BID. Las habilidades en estos campos del conocimiento son críticas, no sólo para adaptarse a las nuevas transformaciones digitales que se viven hoy, sino también para dar continuidad a los desarrollos tecnológicos a través del diseño, operación y mantenimiento de infraestructura de nuevas tecnologías. Es imperioso que más mujeres participen activamente en los procesos decisivos de formación que fundamentan los campos científicos y tecnológicos, a objeto de contar con un futuro inclusivo reflejado en los avances que verdaderamente esta era digital reclama.