Ranking impulso del Teletrabajo en América Latina

La tendencia de las tecnologías digitales en las formas tradicionales de ejecutar las tareas ha cambiado radicalmente en las últimas décadas. Como consecuencia, la Sociedad del Conocimiento y la Información impulsan la necesidad de replantear las modalidades de trabajo y las nuevas competencias laborales, así como aspectos fundamentales a saber: la productividad, la innovación, la calidad de vida, las políticas para disminuir el desempleo y la inclusión de los grupos vulnerables.

Al abordaje de la denominada “cuarta revolución industrial”, también conocida como “Era de la Digitalización”, será crucial que las generaciones de relevo se adapten a entornos y modalidades tecnológicas como el: Internet, las Ciudades Inteligentes, la Robotización, el Cloud Computing, la Big Data, networking, coworking, crowdworking, la gestión del conocimiento y la información, entre otros.

Entendiendo el término de “Teletrabajo” como “…aquel trabajo que se realiza por medios telemáticos desde diferentes locaciones donde se destina el trabajo realizado”. También implica especificar los siguientes aspectos en torno a la actividad laboral: 1- Relación de Dependencia: cuando se trabaja para un patrono. 2- Independiente: cuando se trabaja de forma autónoma. 3- Teletrabajo fijo: cuando el teletrabajo se realiza en un lugar determinado. 4- Teletrabajo móvil: cuando el teletrabajo se ejecuta en diferentes locaciones.

Estudios sobre tendencias del trabajo publicados por el BID, en un informe titulado “El empleo en la cuarta revolución industrial”, permiten inferir que las plazas de trabajo del futuro será caracterizadas en función de un entorno laboral flexible, donde el empleo será desempeñado desde cualquier lugar y a cualquier hora; se establecerán términos colaborativos y comunicativos de formas distintas y el aprendizaje a lo largo de la vida laboral, valiéndose de diversos mecanismos disponibles de forma virtual y/o remota.

Un análisis realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (2016) – Automation and Independent Work in a Digital Economy –, documenta que de cada diez nuevos empleos, ocho son para trabajadores del conocimiento, lo cual es una característica propia del teletrabajo. En este ámbito se establecen las competencias que se requieren en dicho contexto laboral y que son aplicables particularmente al teletrabajo. Las más resaltantes son: capacidad para resolver problemas, habilidades sociales, creatividad, comunicación asertiva, actitud proactiva, capacidad en el trato multicultural, persistencia ante la adversidad, comprensión y uso de la tecnología, capacidad para gestionar redes sociales con visión comercial, así como trabajar de manera virtual en plataformas digitales y analizar datos masivos para extraer información relevante.

En función de adaptarse a los entornos laborales del futuro es necesario desarrollar nuevas competencias, máxime en momentos en que hay una tendencia en América Latina hacia el aumento de los trabajadores por cuenta propia, y muchos de ellos bien pueden ser teletrabajadores. De acuerdo con el estudio realizado por la CEPAL y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), denominado “Coyuntura Laboral en América Latina y el Caribe”, la tasa promedio de empleo urbano de América Latina y el Caribe en 2017 se proyectó en alrededor del 9,2%, con incremento del trabajo por cuenta propia.

Tanto para los trabajadores asalariados como para los que trabajan por cuenta propia, el mayor acceso a las tecnologías digitales y a la Internet aumentará la posibilidad de ejercer el teletrabajo, y en alguna medida constituiría una oportunidad de generar nuevos empleos.

En países como Brasil, las estadísticas sobre población activa indicaron hasta 2017 que el teletrabajo podría enfrentar crisis sin despedir empleados y mejorar la productividad en un 20%, la rotación de personas en el 10% y el ausentismo en un 25%. El número de startups ha estado creciendo en Brasil desde hace pocos años, evolucionando lentamente desde la crisis económica que comenzó a finales de 2013. Al finalizar 2017, sin cifras oficiales disponibles, los indicadores indirectos como el número de miembros en las asociaciones de startups y los proyectos que solicitan subvenciones, demostraron un crecimiento sostenible que sobrepasó el 40% en el 2015. Diferentes actores de esta cadena de valor (fondos de inversión, incubadoras, aceleradores y plataformas crowdfunding) confirmaron la tendencia. La explicación incluye la crisis misma: personas calificadas perdieron sus trabajos, la maduración y desarrollo del ecosistema, el acceso a la tecnología y al teletrabajo. Pero en contrate con otros países de América Latina, documentado por un ranking del BID, la calidad de la infraestructura tecnológica de Brasil es la cuarta mejor en la región, después de Panamá, Barbados y Chile.

Finalizando la segunda década del milenio, el teletrabajo ha crecido notablemente en los países desarrollados y particularmente en Brasil. Las altas tasas de adhesión se deben principalmente a factores conocidos, como la popularización de la tecnología de la información, las presiones para la reducción de costos, y el aumento de la productividad en las empresas. La crisis global de movilidad de personas y la contaminación atmosférica en los centros urbanos también han coadyuvado a las decisiones de los gobiernos y las empresas de adherirse al trabajo a distancia. Sin embargo, todavía existen resistencias que contribuyen a reducir el crecimiento en la adhesión de las empresas al teletrabajo. Esto obedecería principalmente a la influencia de gerencias conservadoras, la aversión administrativa al riesgo, la falta de nuevos parámetros para las tareas y la productividad y al conocimiento y acceso limitado de los nuevos recursos de tecnología de la información y las telecomunicaciones.

En contraste a lo anterior, el mito de «quedarse en casa para trabajar», relacionado con la tradición cultural de que el trabajo está fuera de casa, o compartir tareas profesionales, domésticas y familiares son barreras adicionales que se están superando en la realidad no reportada.

En Chile, la implementación de programas de teletrabajo en organizaciones privadas, y en menor grado públicas, ha ido de la mano con la generación de nuevos conocimientos y con la incorporación de talento millennials en puestos de trabajo y cargos directivos. Distintos estudios reportados nacional e internacionalmente demuestran que esta modalidad –por sobre el trabajo tradicional– genera múltiples beneficios sociales, empresariales y laborales, como nuevas oportunidades de trabajo y la disminución de la congestión vehicular y de contaminantes.

En Chile, se reportan experiencias de teletrabajo tanto en el ámbito público como en el privado, que han promovido la reglamentación del trabajo a distancia. Gracias a la Reforma Laboral de 2016, el actual Código del Trabajo reconoce esta modalidad de empleo, permitiendo a los trabajadores interesados tener referencias de ciertos requisitos y acuerden con sus empleadores la posibilidad de realizar parte de sus funciones fuera del lugar habitual de trabajo y combinar tiempos de trabajo presencial en las empresas adheridas a la modalidad con labor remota. A diferencia de otros países de Latinoamérica, se avanza hacia el patrocinio de esta modalidad laboral, a pesar de las barreras culturales y los estilos de dirección que han dificultado la incorporación del trabajo a distancia en las organizaciones.

La generación del conocimiento aplicado en los últimos años está perfilando un promisorio futuro del trabajo a distancia. En mayor o menor medida, conceptos como startup, coworking, crowdsourcing, e-recruitment, por ejemplo, están siendo incorporados en la creación de nuevas empresas y adoptándose por las generaciones de relevo más jóvenes, quienes no solamente demandan flexibilidad laboral en modalidades de contratación y horarios, sino también la posibilidad de trabajar desde casa y compatibilizar su vida personal y laboral para destinar parte importante de su tiempo libre al ocio, actividades culturales y de esparcimiento.

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